En 1947, con la conservación de las poblaciones de ballenas, Chile posibilitó la Declaración Presidencial basada en la Tesis de las 200 millas marinas -promovida en conjunto con Perú y Ecuador que se convertiría en el más grande aporte de la diplomacia Chilena al Derecho Marítimo Internacional, reconocido treinta años más tarde como Zona Económica Exclusiva por la Convención de las Naciones Unidas Sobre Océanos y el Derecho del Mar.
Frei apoyó e impulsó en la CBI la adopción del establecimiento del Santuario Ballenero Austral, aprobado por la Comisión Ballenera Internacional en 1994. Y en 2008 con la Presidenta Bachelet, la Ley de Santuario de Cetáceos emerge como uno de los mayores logros ambientales y ejemplo de participación ciudadana de Chile para la conservación de las poblaciones de ballenas y sus ecosistemas.
Hoy, de modo impresentable, el embajador Maquieira propone a la Comisión Ballenera Internacional, la entrega de cuotas de captura comercial de ballenas en aguas antárticas, atropellando el Santuario de Ballenas reconocido por Chile y la CBI y donde las capturas de cetáceos se encuentran prohibidas. Arriesga un área en las que Chile, y países como Argentina, Australia, Inglaterra, Nueva Zelanda y Noruega, mantiene reclamos territoriales “congelados” por el Tratado Antártico.
Australia en cambio presentó una demanda ante la Corte de La Haya contra la “caza científica” de ballenas que realiza Japón en el Océano y, a diferencia de nuestra Cancillería, a favor de la conservación de los cetáceos, y actúa en coherencia con su reclamación de soberanía en aguas de la Antártica.
Ballenas libres y vivas.
Piratea y difunde.
Salud y acracia